En enero, el presidente Donald Trump firmó un decreto que suspende toda ayuda exterior por un periodo de 90 días, durante el cual se analizará el futuro de cada programa en lo individual (es decir, si continuará, será modificado o será suspendido definitivamente). Tras poco más de un mes, los efectos son preocupantes, pues han impactado directamente en la capacidad de varias organizaciones benéficas católicas para prestar sus servicios de ayuda a migrantes y refugiados.
Y es que a raíz de la interrupción del financiamiento, numerosas agencias de Catholic Charities se han visto forzadas a despedir empleados y a cancelar algunos programas. Por ejemplo, “Catholic Charities of the Texas Panhandle”, que presta sus servicios en la zona norte de Texas, ha anunciado la suspensión indefinida de su programa de reasentamiento para refugiados; dicho programa estaba activo de la década de 1970 y ha ayudado a miles de refugiados a establecerse legalmente en el estado.