El 19 de septiembre se conmemora el aniversario del martirio de San Genaro hace más de 1,700 años. Durante la procesión de entrada de la misa que tuvo lugar en la catedral de Nápoles, la ampolla que contiene la sangre del mártir volvió a mostrar que se había licuado, como suele ocurrir tres veces al año: el susodicho 19 de septiembre, el sábado anterior al primer domingo de mayo, en recuerdo de cuando sus restos fueron llevados a Nápoles, y el 16 de diciembre, aniversario de su intervención protectora para evitar los efectos de una erupción del volcán Vesubio en el año 1631. En algunas ocasiones, como ocurrió el 16 de diciembre de 2020, la sangre no se licúa, lo cual suele ser interpretado por los feligreses como mal augurio, pese a que la Iglesia llama a no tomarlo como un presagio de nada.
Monseñor Domenico Battaglia, arzobispo de Nápoles, proclamó en la homilía que “cada gota de esta sangre nos habla del amor de Dios, del amor que es Dios”, añadiendo que la muerte del santo fue consecuencia de su fidelidad al Evangelio. Pese a lo extraordinario de este recurrente milagro, Mons. Battaglia exhortó a los asistentes a la celebración eucarística a no poner sus esperanzas en manifestaciones físicas, sino en Jesucristo, quien nos llama a ocuparnos de los más vulnerables.
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