Esta semana, el obispo de Jinotega, Carlos Enrique Herrera Gutiérrez, fue desterrado a Guatemala por el régimen comunista de Daniel Ortega, como parte de un ataque sistemático contra la Iglesia católica, que se ha convertido en el último baluarte en defensa de la libertad de los nicaragüenses. El prelado de 75 años funge como presidente de la Conferencia Episcopal de Nicaragua y es ya el tercer obispo en ser expulsado del país en lo que va del año.
Durante su homilía del domingo 10 de noviembre, Mons. Herrera había criticado a las autoridades de Jinotega por poner música a todo volumen y promover actividades ruidosas en los alrededores de la catedral, con el fin de sabotear la misa: “Es un sacrilegio lo que están haciendo el alcalde y todas las autoridades municipales… Estamos rezándole a Dios, pidamos perdón a Dios por ellos y por nosotros, por aquellos que no respetan el culto”.
Sin embargo, esta no es la única agresión de la semana a la Iglesia, pues también se ha ordenado a los hospitales públicos impedir el acceso de los sacerdotes para administrar el sacramento de la unción de los enfermos a quienes lo necesitan, provocando malestar entre los pacientes y sus familias.
Para saber más al respecto, puede consultar el artículo de Religión en Libertad aquí.